Comunidad
de Líderes
Empresariales
Somos la red de mentores con la mayor trayectoria a nivel global
El camino hacia el liderazgo y el emprendimiento femenino no es una autopista recta
y rápida, sino más bien un sendero serpenteante lleno de obstáculos y desafíos
únicos, sobre todo en industrias históricamente dominadas por hombres. Mi
transición de ejecutiva a empresaria y fundadora de Bruna.ai no fue la excepción.
En mis años en la industria pesquera y salmonera, sectores donde el liderazgo
femenino aún busca su firme lugar, enfrenté la dicotomía de la necesidad de firmeza
en la toma de decisiones y la expectativa social de una suavidad estereotipada. Mi
visión, como mujer en un campo liderado por hombres, siempre estuvo clara: marcar
la diferencia no solo en los productos y procesos sino también en la cultura laboral.
Al emprender y cofundar Bruna.ai junto a Ismael Valenzuela, mi desafío se amplió:
debía fusionar innovación y productividad en un contexto de IA. No obstante, la
naturaleza pionera de Bruna me permitió modelar una empresa que no solo está a la
vanguardia de la tecnología, sino que también promueve la diversidad e inclusión
desde su núcleo fomentando una relación laboral más humana y equitativa. Entre
estas medidas, destacan la ampliación del período de vacaciones, ofreciendo tres
semanas adicionales a lo estipulado por ley, y la inclusión de días administrativos
libres para atender diversos episodios emocionales que, aunque no siempre son
reconocidos por las normativas laborales vigentes, son fundamentales para el
bienestar y equilibrio de nuestro equipo. Es precisamente en este contexto de apoyo
y flexibilidad donde resalta un dato que nos llena de orgullo: el 70% de nuestro
equipo está compuesto por mujeres. Este no es un número al azar, sino el resultado
de una política consciente y deliberada de empoderamiento femenino y diversidad,
reflejando nuestro compromiso no solo con la innovación tecnológica sino también
con la promoción de un cambio significativo en la dinámica laboral, hacia una más
inclusiva y respetuosa con las necesidades individuales.
Mi experiencia es testimonio de una verdad más grande: cada mujer que asciende y
se posiciona como empresaria contribuye a redefinir el futuro del emprendimiento. Y
cada vez que una de nosotras triunfa, pavimenta el camino para que muchas más
sigan. El rol de la mujer en el emprendimiento no es un complemento, es un motor
de cambio esencial para el desarrollo sostenible y equitativo de nuestra sociedad y
economía.