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¿Emprender o Trabajar en una empresa?
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Al salir de la universidad, siempre pensé en emplearme, nunca pensé en emprender, mi aspiración era llegar a tener una gerencia corporativa en el desarrollo de mi carrera. 

A mis 23 entré a trabajar en una startup de tecnología e inteligencia de negocios, que se llama FollowUP. A los 27 ya había logrado 4 ascensos, partiendo como ejecutiva de ventas, luego gerente de ventas, luego a mis 25 asumí el desafío de ser Country Manager y termine a mis 27 como Gerente Corporativa de Ventas y Marketing Global. 

Estaba en mi peak de carrera, tenía un futuro seguro, sin incertidumbre, un sueldo que llegaba todos los meses, muchas apariciones en prensa, muchos éxitos, muchos viajes, sin embargo, a medida que pasaba el tiempo sólo pensaba en que estaba dando mi vida por algo que no era mío y que estaba dando la vida por algo que no genera ningún tipo de impacto social. 

En ese proceso, tuve la suerte de encontrar mi propósito, partí haciendo voluntariados en lo que más me gusta que era estar con personas mayores, ahí descubrí una cantidad de dolores no cubiertos y oportunidades inmensas que me abrieron los ojos a una nueva realidad. Gracias a esta experiencia, que la ví y descubrí gracias a mi abuela que tiene 92 años, descubrí mi propósito de vida, algo que realmente me hizo vibrar, combatir la soledad de las personas mayores.

Tomar esta decisión fue muy difícil, sin embargo, el haber trabajado 5 años en esa empresa, haber pasado por diferentes cargos, áreas, países, con equipos de 60 personas, me hizo ver que sí tenía las capacidades y herramientas necesarias para poder hacer algo sola, tenía mucha confianza en mi, confianza que fue alimentada con esa experiencia laboral y con la espectacular mentoría que me dieron mis jefes. 

Me daba pánico renunciar y lanzarme al mundo del emprendimiento. Pero recordé una pregunta que solía hacer mi abuelo, cada vez que estábamos indecisos: ¿Qué es lo peor que podría pasar? Pensé en los peores escenarios posibles y no eran tan malos. Porque los malos malos, eran poco probables y, además, yo tenía la confianza -y la intuición- de que el proyecto iba a salir adelante.

Hoy después de dos años de haber renunciado, a pesar de que sigue siendo un camino muy difícil, no me arrepiento en lo absoluto, agradezco haber tenido la experiencia previa de haber trabajado en empresas porque me ayudó a disminuir mis posibles errores en el mundo emprendedor, me ayudó a tener esa visión de crecimiento, a ser líder, a tener y conocer las herramientas para crecer de forma responsable. Estoy segura que no lo hubiera podido hacer igual de bien como lo estoy haciendo ahora, si no hubiera tenido esa experiencia, o quizás me hubiese demorado y tropezado muchísimo más.

Hacer algo que te llena de corazón y perseguir ese propósito, es impagable, ver los resultados, aunque no sea en los tiempos que a veces uno espera, es impagable, ver cómo estamos cambiando vidas a pesar de que estuvimos 1 año y medio sin encontrar el modelo de negocio, es lo que te alimenta y da fuerza para seguir, trabajar y dar tu vida por algo propio, es la mejor sensación del mundo; lo único malo es que hay que aceptar que con algo propio, uno nunca más se puede desconectar al 100%, a mi me costó mucho aceptar eso.

Nunca pensé que BondUP iba a hacer algo tan grande y difícil a la vez. El camino es complejo y de mucho sacrificio. Ha sido prueba y error, aprendizaje y descubrimiento, pero ha sido lejos, lo más llenador que he experimentado en mi vida.

Hay días de entusiasmo y otros de agotamiento. Pero ver cómo ya estamos cambiando la vida de algunas personas mayores, lo compensa todo. Me reafirma aún más, la importancia de alcanzar nuestro propósito y combatir la soledad de millones de personas mayores en el mundo.